martes, 15 de octubre de 2013

50 años por la orilla



Ayer los vi caminando de espaldas, agarrados, caminado por la orilla. Y se me vino a la cabeza de repente la imagen del éxito.

La definición de éxito o fracaso es siempre muy subjetiva.

Depende siempre mucho de tus aspiraciones, tus sueños, tus metas, y las ganas que tengas de conseguirlos. También de tu nivel de exigencia, claro.

A veces nos empeñamos en buscar el éxito demasiado lejos y nos olvidamos de buscarlo donde más falta nos hace.

Los muy exigentes, como yo, pecamos casi siempre de no estar nunca satisfechos, y siempre ir a buscar algo más, algo mejor, o al menos, eso creemos.

Eso por un lado puede ser bueno, porque te hace avanzar y superarte, pero por otro lado puede hacer que te pierdas cosas, que te pierdas si te despistas, incluso las mejores cosas.

Toda mi vida la he pasado soñando con lo que ahora me está viniendo, y no es que me sienta insatisfecho, todo lo contrario. Pero sería un gran error por mi parte pensar que, aunque consiga todo lo que sueñe, mi vida sea un triunfo por eso.

Yo soy como soy, y siempre voy a querer más, aprender más, trabajar más…

Pero ahí no está la clave de mi hipotético éxito.

Yo soy actor y cosas de esas, y como tal me gusta que me aplaudan, que me admiren, que me adulen, pero nunca ha sido eso mi objetivo primordial.

Yo lo que siempre he querido es que mis padres se sientan orgullosos de mí.

Cada trabajo, cada actuación, cada canción, cada payasada que he inventado, lo más importante para mí ha sido que le gustara a mis padres. Sin eso, todo lo demás no hubiera servido de nada.

Supongo que ese es el objetivo de cada hijo, pero no sé, hoy hablo por mí.

Desde el primer día que verbalicé mi sueño los he tenido ahí, dándome confianza, dándome cariño y haciéndome sentir que cualquier cosa que se haga con el corazón está bien hecha.

Todo el mundo piensa que sus padres son los mejores, pero en nuestro caso se ha dado así. Lo son, y da la casualidad de que en este caso es verdad.

Hoy, en el día de su 50 aniversario de boda, creo que es importante decirles, aunque supongo que lo sabrán ya a estas alturas, que por mucho que volvieran a nacer, no lo podrían haber hecho mejor de lo que lo han hecho. Que han triunfado en este absurdo mundo de metas y exigencias. Y con creces.

Que el éxito ese que buscamos muchos vanamente, ellos lo han conseguido de la manera más sencilla y natural: sin buscarlo. Simplemente, queriéndose.

Y eso me produce una increíble sensación de tranquilidad.

La tranquilidad que siempre me ha producido saber que están ahí.

Así que si acaso yo ya tuviera éxito, si a lo mejor algún día lo tuviera o lo llegara a tener y tuvierais la curiosidad de saber cuál fue la clave de mi éxito no busquéis en los escenarios, ni en las pantallas ni en los tocadiscos.

Mi vida ha sido un éxito desde el día que nací. Y la clave fundamental de porqué mi vida es y siempre ha sido un éxito la tenéis justo aquí delante vuestra, paseando agarrados por la orilla.  

Felicidades Papá y Mamá. Y gracias.