miércoles, 29 de agosto de 2012

Quillo picha que, ¿nos vemos?

El otro día un amigo mío intentó quitarse la vida. No lo consiguió. Si lo hubiera hecho, hoy estaría escribiendo de otra forma o, lo más probable, no tendría ganas de escribir.

Pero la tremenda suerte que hemos tenido todos de que nuestro amigo no tuviera éxito me ha quitado el sueño esta noche y me ha regalado muchas cositas para pensar.

Por un lado, ante la terrible posibilidad de haberlo perdido para siempre he pensado en todas las veces que estuvimos con él. Las veces que le llamé y la cantidad de cosas que hicimos juntos. La bici, la playa, la plaza del rey, la moto, las niñas, el cocoloco, la barrosa, los controles de alcoholemia milagrosos, la barbacoa, la feria, la música, los torruños, el Bartolo, Torregorda, las litronas, Kike Er napia, ¿Quien va a por hielo? de tu mano detu mano, las camisas de flores, la ensaladilla, souvenirs, artículos de coña, el Isra y esa gente...

Y esas millones de cosas que pasan por la cabeza de uno en décimas de segundo cuando pierde a alguien.

Pero resulta que no lo hemos perdido, que nuestro amigo nos ha hecho el favor de quedarse aquí, entre nosotros, y entonces me ha dado por pensar en todas las veces que no le llamé... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... Y la cantidad de cosas que no hicimos juntos.

Yo tengo la idea de mí mismo de que todavía soy un chavalito. Me siento así, pero se positivamente que no lo soy tanto. Incluso creo que lo parezco, pero me consta que ya no tanto. Tampoco soy un pureta. No es pa tanto.

El caso, que vamos creciendo y nos vamos aíslando, alejando de la gente que queremos. Vamos distanciando las llamadas a la gente que queremos y cuando queremos darnos cuenta pasan meses, y lo mas grave, años sin ver a nuestros amigos.

No escribo esto para flagelarme. No soy el mejor ejemplo.

Tuve que alejarme de mi familia, de mis amigos, de mi pueblo para lograr un sueño. Si alguien quiere saber cual ha sido el precio que he tenido que pagar para conseguir lo que buscaba ahí lo tenéis. Pagué el mas caro: estar lejos de los míos.

Y como yo en cierto modo los perdí, o al menos me he perdido muchos días de sus vidas, he procurado siempre verlos lo máximo posible, convirtiéndome así en experto organizador de cenas, reuniones, encuentros, meetings, barbacoas y demás eventos sociales. Y he comprobado no sin cierto estupor como yo, que venía de a tomar por culo, era el causante de que se volvieran a encontrar amigos que viven a METROS de distancia. Eso es grave.

No me quiero poner ninguna medalla con esto. Yo lo hago por puro egoísmo, porque necesito verlos y se que si no lo hago yo no lo va a hacer nadie y, aunque me cueste algún que otro sofocón organizar estos eventos (porque la gente es mu pesá: "pues a mi este sitio no me gusta", "el viernes yo no puedo", "si viene este yo no voy"...) puedo garantizaros que es de lo que mas orgulloso me siento.

Yo conozco a una persona muy cercana, un familiar, que ha perdido a todos sus amigos de la adolescencia y, lo peor de todo: ¡¡ESTÁN TODOS VIVOS!!

Los ha perdido porque dejó de llamarlos, dejó de buscarlos y pasó lo inevitable: dejaron de llamarle, dejaron de buscarle...

Luego un día, uno de ellos no tiene tanta suerte como el mío y... Piensas en esa llamada que llevabas tanto tiempo queriendo hacer y nunca hiciste.

Dicen que la familia no se elige y los amigos si. No se si estoy de acuerdo, pero de cualquier forma, a unos y a otros hay que cuidarlos, hay que quererlos.

Sin buscar nada a cambio. A veces darás menos de lo que recibes, a veces mas...

Yo os prometo que ni el auditorio más grande del mundo puesto en pie aplaudiendo mi mejor chiste me llena más que las risas de mis amigos descojonados por mi mayor estupidez.

Eso es así. Y las papas son asá.

Hace años acudí al sepelio del padre de un amigo mío que entre sollozos me abrazaba y me decía: "dile mucho a tu padre que le quieres". Toma ya.

Yo lo hacía, pero desde entonces lo hago más.

Este mismo año la vida nos ha robado a dos amigos. Jovenes. Chavalitos como yo. Llenos de ganas y llenos de amor.

Debe la parca haberse apiadado de nosotros porque de pronto nos regala a uno. A éste. A éste que me ha quitado el sueño y puesto a pensar en estas cositas.

A éste que es tan importante en nuestras vidas, que a lo mejor no sabía que necesitamos que siga entre nosotros. Que a lo mejor no sabía que todos pensamos que el mundo es un lugar mucho mejor con él dentro.

Que a lo mejor no lo sabía... porque no se lo habíamos dicho nunca.

Tiene cojones que tengan que pasar estas cosas para que nos demos cuenta de lo que queremos a la gente, de lo que la necesitamos.

¿Tanto cuesta decirle a un amigo, a un familiar que le queremos?

¿Tanto cuesta moverte de tu casa, salir de tu agujero?

¿Tanto cuesta levantar un teléfono y decir: "quillo picha que, nos vemos"?